Las dos ciudades que tuvieron la fortuna de escuchar los Discursos que en estas páginas se ofrecen fueron Nacianzo y Constantinopla. Y el tiempo en que fueron pronunciados oscila entre los años 372 y 379. Es decir, poco antes de la muerte de su padre, que tuvo lugar en 374, y antes de ser solicitado a tomar la dirección de la pequeña comunidad católica de la ciudad de Constantinopla, sometida desde hacía cuarenta años por los arrianos, que eran quienes dominaban la ciudad. Gregorio llegaría a esta ciudad cosmopolita a comienzos de 379, y se verá obligado a desarrollar su actividad pastoral en un templo improvisado y medio clandestino, la iglesia llamada Anastasia. Estos años y lugares recordados de la vida de Gregorio son los parámetros externos en los que tuvieron lugar los once discursos que abarcan este segundo volumen. Las ocasiones y variedad de los temas abordados en los presentes Discursos, junto con otros muchos detalles, evidencian la profundidad del pensamiento del teólogo capadocio y su extraordinaria oratoria. Acontecimientos naturales como un pedrisco que asoló el campo de la región Tiberina en la que se encontraba la ciudad de Nacianzo, o el desacuerdo de los habitantes de dicha ciudad con el gobernador de la administración pública, o las emocionadas palabras pronunciadas en el funeral de su propio padre, con la presencia igualmente de su madre Nona, evidencian el carácter y competencia de nuestro orador en los temas más variados y que abarcan aspectos profanos y religiosos de la conducta de los cristianos a él encomendados. Confiamos en que el lector pueda disfrutar con la lectura sosegada de estas páginas, que se publican por vez primera en castellano.