El pasaje de Lc 10,25-37 es una de las páginas evangelicas más desafiantes, celebres y amadas por los cristianos de todos los tiempos. El autor nos conduce al encuentro de ese alguien anónimo de Lc 10,25-37 que se ha tomado el tiempo para quedarse con la persona accidentada, le ha vendado la herida, le ha llevado a un lugar seguro y le ha ayudado a recuperarse. La invitación a sentirse interpelado atraviesa todo el libro a la luz de la pregunta formulada a Jesús: Ó¿Haciendo que cosa heredare lavida eterna?" (Lc 10,25) y la respuesta final del Maestro: ÓVete y haz tú lo mismo" (Lc 10,37). Consigue esta focalización a traves del enfasis conferido a la exegesis de las palabras que dicen acción: ver y compadecerse para Óhacer" la Ley y Óhacerse" prójimo del accidentado y abandonado a su suerte a la vera del camino.