Bondad, libertad y amor divinos se entrelazan en el sustrato último de cuanto nos rodea (?). Dios no quiere esclavos, ni simples receptores de bienes de los que en realidad no participan ?en el espíritu no entra nada sin que la voluntad le abra camino?, sino amigos (Jn 15, 14-15), personas que se conmueven al saberse amadas y que aman a su vez, que reconocen la grandeza del amor divino y que responden a la llamada que toda declaración de amor trae consigo con la libre decisión de acoger esa declaración y corresponder a ella.