Se llaman Walter White, Tony Soprano y Don Draper, y son los héroes de una nueva era del ocio. A lo largo de la última década, series como Breaking Bad, Los Soprano y Mad Men han conseguido imponerse al cine y ocupan ahora el puesto de honor en el panorama de la cultura popular. Decididas a derruir las barreras levantadas en torno a la televisión comercial a lo largo de demasiadas décadas, emisoras como HBO, AMC y ABC han promovido el advenimiento de una nueva era de narrativa cinematográfica. La irrupción de la televisión por cable y la ubicuidad del DVD y de Internet han supuesto además un cambio en los hábitos de consumo de «televisión», amén de crear comunidades globales de fans que, ajenos a programaciones y horarios de emisión, devoran las series episodio tras episodio y temporada tras temporada al tiempo que exploran los distintos niveles de significado de sus series favoritas. La calidad con la que se producen estas series nos permite ahora acceder a las oficinas de una agencia publicitaria de la década de 1960, presenciar el día a día de un clan mafioso de Nueva Jersey o seguir las andanzas de unos soldados de élite sospechosos de terrorismo.