Cada generación de teólogos tiene que dar continuidad al proceso de proponer respuestas a las cuestiones que se plantean en su época acerca del ser de Dios. Este proceso, dado el objeto sobre el que reflexiona, nunca llega a una conclusión plenamentesatisfactoria.Khaled Anatolios aborda en esta obra cómo y en qué términos la comunidad cristiana de los primeros cinco siglos aprendió a hablar de una manera desafiante y, a la vez, normativa; y por qué su modo de expresarse es importante para nosotros como creyentes. Este es un libro de profunda teología: estamos ante una síntesis brillante de los conflictos y debates que llevaron originalmente a la Iglesia a articular la pregunta de qué es Dios para un cristiano mediante los términos «sustancia» y «persona», así como de los comienzos de la aceptación de ciertas respuestas a las preguntas que inquietaron a muchos creyentes durante las controversias que rodearon la convocatoria y celebración del concilio de Nicea (325). Como nos recuerda el profesor Anatolios, podemos sentirnos afortunados por el hecho de que aquellos primeros teólogos -que fueron pioneros en «hablar de Dios» en lo que llamamos términos trinitarios- también fueron grandes pensadores, excelentes escritores, personas de profunda piedad y fe. Unirnos con inteligencia y generosidad a sus debates, probablemente sea el mejor punto de partida para continuar desarrollando su trabajo.